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lunes, 30 de septiembre de 2013

Hostias de Cine.

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En estos momentos estamos tan sensibilizados que todos nos llevamos las manos a la cabeza si vemos en el cine -y cuando digo cine me refiero a pelicula, serie, telenovela...- que un hombre le da una hostia a una mujer. El verano pasado vi como “Un hombre tranquilo” hacía estremecer a todo el público del cine de verano de mi ciudad arrastrando a una mujer no tan tranquila y de melena roja por toda la aldea con la complicidad de todo el vecindario que le animaba a seguir y a bajarle los humos a esa pelirroja de carácter. También se escapaba alguna risilla. Eso está superado.
Pero ¿qué pasa cuando son las mujeres las que pegan a los hombres? No parece tan grave, es como que se lo merece ¿no?, y como suelen ser grandes y fuertes se recuperan pronto y en lugar de achicarse, buscan rápido la mirada de su agresora para continuar con la conversación.
Definitivamente no causan el mismo efecto.
Los primeros en manifestarse contra eso han sido algunos hombres que sintiéndose algo incómodos con constantes medidas compensatoria en favor de la mujer dicen: “oye y ¿esto qué?, ¿esto no es maltrato?” ante lo cual hay que reconocer que tienen toda la razón del mundo. Una hostia a una mujer capta toda nuestra atención y nos indigna, y cuando sucede al contrario pues...si, no está bien, pero vamos, que parece que a él no le ha dolido tanto.
Humildemente me dispongo a exponer mi análisis. Yo creo que no deja de ser machismo. Toleramos que una mujer le pegue a un hombre porque la consideramos un ser inferior, porque es como cuando un niño enfadado porque su padre le ha quitado el capricho del momento, va y le da un pisotón, y encima es hasta gracioso. Y aunque cierto es que en la mayoría de los casos –que no en todos- la mujer es menos corpulenta o tiene menos fuerza bruta que el hombre, ¿no hay en la violencia un componente psicológico que incluso supera al físico? En los casos de violencia física, sea en el entorno que sea, se crea una situación de acoso y sometimiento que traspasa la bofetada, la patada o el empujón, eso a lo que llamamos maltrato psicológico. Por lo tanto, no sólo aceptamos esa violencia porque consideremos a la mujer físicamente inferior, sino también psicologicamente, socialmente, intelectualmente por debajo del hombre.
Quizás un puñetazo o una patada si nos alarme algo, pero piensa en la cantidad de situaciones que has visto en pantalla donde un hombre y una mujer discuten acaloradamente y ella le da un empujón a él con todas sus fuerzas (empujón por cierto con el que apenas consigue desplazar a su interlocutor apenas un metro), mientras él la mira desde arriba con las manos abiertas en un gesto de incomprensión ante su histérica actitud. Eso también es violencia, es una agresión y ¿qué pasa?, pues eso, no pasa nada.

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