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jueves, 11 de julio de 2013

El camino equivocado.

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No recuerdo bien qué cuento era, quizás era Caperucita Roja la tenía dos opciones, el camino largo y seguro o el corto a través del bosque. Aunque en otras situaciones soy partidaria del camino corto, el de las aventuras y la improvisación, creo que esta vez os habéis equivocado.

Me dirijo a vosotras, mujeres que os creéis independientes por que lo sois económicamente pero sois presas, no sólo del sistema de consumo, también de ese patrón de mujer perfecta que no es más que un sexy maniquí que ha abandonado las cuatro paredes del hogar para ponerse una chaqueta y contonear sus caderas en la oficina. A las que os quejáis de quienes tienen prejuicios sobre vuestra “moderna” forma de vida pero criticáis a otras mujeres que eligen no depilarse, no cumplir con el protocolo en las bodas, no ir siempre perfectamente peinada, o simplemente ser gorda.

Me dirijo a vosotros, hombres supuestamente caballerosos que abrís las puertas de los coches a las mujeres, les hacéis constantes cumplidos sobre su belleza, pagáis sus copas, y gritáis a los cuatro vientos en un alarde de falsa humildad, que las mujeres son mucho mejores que los hombres y que vosotros los machos sois cómicamente incapaces de hacer dos cosas al mismo tiempo. Pero lo cierto es que sentís a vuestro adorado sexo débil- que en realidad no es sexo sino género y no es débil ya que a lo largo de su historia ha demostrado ser muy fuerte- ligeramente inferior, ligeramente incapaz, ligeramente por debajo, ligeramente asustado, al mismo tiempo que adorable, como un cachorro al que os encanta pasear, pero lo consideráis imposible en vuestras altas esferas laborales, sociales e intelectuales. Es más, siendo un poco cínica, creo que aduláis su esfuerzo para trabajar en la calle de manera remunerada y llevar adelante sus obligaciones de mujer para que se queden donde están, y no os toque planchar a vosotros.

A vosotras mujeres, ver el fútbol con sudadera como ellos, pero con jeans ajustados, conducir un deportivo con tacones, ir al gimnasio maquillada, fumar con elegancia, tomar whisky pero con cola light...esas son las piedras del camino equivocado, el corto, el del bosque, ese donde habita el lobo feroz del machismo moderno.

El camino hacia la igualdad, hacia la liberación de la mujer es largo, sosegado y probablemente nada coqueto y ni que decir tiene que no se hace en tacones.

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