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lunes, 9 de septiembre de 2013

Sujetadores: ¿Qué hay que sujetar?

3 comentarios:
 

La palabra lo dice muy claro, el “sujetador” sirve para sujetar, aunque con el paso del tiempo hayamos hecho de él una prenda más y con ello objeto de tendencias y modas. Pero su finalidad sigue siendo la misma, es más, la hemos transformado para multiplicar su efecto hasta el punto de que muchos de sus modelos podían llamarse elevadores, porque sobrepasan su función sujetadora para levantar los pechos femeninos a la altura de la garganta (o casi).
Al igual que otras prendas o utensilios (y me estoy refiriendo a los tacones), hemos llegado a integrarlos y asumirlos en nuestras vidas como algo incluso cómodo. Y sí, yo reconozco que me siento más cómoda con una prenda que redondee mis pechos e impida mostrar posibles resaltos bajo la camiseta que muestren su forma verdadera, ya sea por antiestética (que esto da lugar a otro debate, ya que tener los pechos que hoy se consideran bonitos es tarea casi imposible) o porque pueda resultar demasiado sexual de puertas hacia fuera de la intimidad. Además, a medida que pasa el tiempo eso va cayendo, con mayor o menos velocidad, y lo notas, no hace falta mirarse al espejo, el pecho sin sostén puedes notarlo en ese rozamiento que hace en la zona del torso.
Pero ¿es realmente la fricción piel con piel lo que molesta o el recuerdo constante de tu pecho diciendote: “eh tu, que voy en caída libre, estás envejeciendo, y no pararás de hacerlo ni un sólo segundo durante el resto de tu vida?”
Si sigues pensando que la incomodidad se remite simplemente a la fricción cutánea me dispongo a enumerarte otras zonas de tu cuerpo que rozan constantemente sin que te des ni cuenta: la cara interna de tus brazos con tu tronco, tus labios entre sí, tus dedos de los pies entre sí, la cara interna de tus muslos (esto no les pasa a todas las personas, si eres de las que si, debo decirte que eso, por lo visto no está de moda, a mi también me rozan, que drama ¿verdad?), los lóbulos de las orejas con la cara, y otras muchas que habrá y yo ahora mismo no caigo.
Si alguna vez has escuchado esta voz interna no pasa nada, en realidad eres tu misma, repasando los conocimientos que concienzudamente el lado oscuro de la sociedad está tratando de inculcarte con la finalidad de que estés eternamente insatisfecha contigo misma, y trates de solucionarlo consumiendo productos de belleza (entre otros, los sujetadores). Mi consejo es que cuando esa voz te hable, intentes luchar contra ella argumentando que el envejecimiento es inevitable y combatirlo es antinatural y en muchas ocasiones perjudicial para la salud.
Ahora propongo hacer una ejercicio de igualdad. Puesto que mujeres y hombres somos físicamente diferentes, resulta poco productivo imaginar a un hombre con sostén, ya que los hombres carecen del tejido adiposo en sus pechos que hace a los nuestros voluptuosos en mayor o menor medida. Pero sí tienen otros órganos que cuelgan igual que cuelgan las domingas. Pensad por un momento que la industria de la moda se hubiese empeñado en que la belleza de los órganos sexuales masculinos radicase, además de en un pene grande, en unos testículos bien alzados, y que para ello hubiese inventado artilugios push-up que los mantuviera como a las nuestras siempre en su sitio, y que incluso le aportasen volumen.
Resulta ridículo ¿verdad?, igual que lo es para algunas culturas que la nuestra se empeñe en que los pechos de la mujer sean como dos balones de reglamento a cualquier edad, pero para ver eso hay que tener un poco de perspectiva, saber salirse de la burbuja de consumo occidental, estar dispuesto a hacer un reinicio mental.
Por último, tengo que decir que yo no estoy curada, que sigo usando sujetador. ¿Es esto hipocresía? Probablemente, pero no deja de ser un ejercicio de integración de conceptos que es, en mi opinión el camino hacia cualquier cambio. Cada persona necesita su tiempo para cambiar, para evolucionar. Aplaudo y admiro a esas personas capaces de mostrar al mundo imágenes que serán rechazadas, como una buena melena sobaquera en una mujer, espero algún día poder hacerlo.


3 comentarios:

  1. No puedes llevar más razón. Podrías patentar el modelito, jejejejejeje.

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  2. Hola,
    soy muy dada a hacer crítica de la presión que recibimos para querer estar en la "belleza idealizada" pero difiero contigo en este tema y con los ejemplos colocados aquí por las razones que paso a explicar:
    esos roces de los dedos o labios no son percibidos porque están integrados en nuestro cerebro desde el nacimiento.
    Los pechos son invisibles y no sabemos nada de ellos hasta la pubertad cuando con molestias y dolor comienzan a brotar.
    Dependiendo del tamaño, nos incomoda para los ejercicios puesto que no hay molestia mas incómoda que al atletismo con pechos grandes, no tienen como amortiguar los balanceos de correr a toda velocidad.
    En cada mes los pechos se hinchan, suponen molestias en cada ciclo, es lo primero que se sensibiliza al inicio del embarazo y ni decir de lo demostrativos que son en cuanto al frío o sensaciones que nos erizan la piel.... crecen durante la lactancia, duelen, tienen continuos cambios de tamaño en diferentes etapas.
    Sin dejar de mencionar que son muy erógenos para algunas mujeres mas que para otras, nos ayudan a entallar la ropa, son proporciones que hay que tener en cuenta en cada lugar por el pasas pues no quieres rozar tus pechos con ninguna superficie o persona con la sensibilidad que portan.
    en resumen, los sujetadores se hicieron necesarios para proteger una parte sensible que tiene muchos cambios a lo largo de nuestra vida y aunque han sido utilizados como objetos o símbolos exageradamente sugestivos de erotismo y sensualidad no por eso hay que despreciar una pieza que nos acomoda en la vida cotidiana.
    de todos modos me gustó mucho tu artículo y sobre todo la imagen.

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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