Como
quien busca unas llaves que perdió y parecen haberse desintegrado,
debes buscar hasta dentro de wc, es decir, en lugares donde sabes que
no deben encontrarse para analizar por qué incluso tú, que quieres
y crees ser feminista, eres en realidad machista.
Puedes
pertenecer a una familia progresista, pero tu vida está
probablemente -y si no es así te felicito porque eres única en el
mundo- plagada de gestos que provienen de una sociedad patriarcal.
Cuando
me centro en este tipo de hechos que aparentemente no tienen
importancia, muchos -machistas todos y todas- me dicen, eso es
obsesionarse, los hombres ya nos hemos dado cuenta de que nos hemos
equivocado a lo largo de la historia y que tenemos que practicar la
igualdad. Pues bien, en
respuesta a estas personas digo que la igualdad no se produce de
forma espontánea, ya que la sociedad patriarcal habita en nuestra
esencia social, y la practicamos por inercia. Si no nos planteamos el
por qué de cada una de nuestras actuaciones no las vamos a cambiar,
y con esto sólo conseguiremos perpetuar estos conceptos y
comportamientos machistas en las siguientes generaciones.
No te estoy incitando a que abandones tu trabajo y tu familia y sólo
pienses y pienses en eso, sólo a que uses el ratito de aburrimiento
del autobús, de tus defecaciones, o del dentista para reflexionar
sobre ello.
Te cuento mi experiencia, yo comencé pensándolo un día a la hora
del almuerzo cuando aún vivía con mis padres. Yo también tengo una
familia progre, en la que ambos progenitores trabajan, conducen y
ayudan en las tareas domésticas. Los dos primeros apartados quizás
no suenen hoy en día muy revolucionarios, pero no era así hace
treinta años. Lo que ocurre, es que mi padre carga aproximadamente
con un cinco o diez por ciento de las tareas domésticas, y mi madre
con el porcentaje restante. Al tratarse de un hombre, a mi padre se
le aplaude lo que haga, es decir, como varón se le considera como un
extra, ya sea mucho o poco es algo. Sin embargo, a mi madre, que
carga con la mayor parte del peso doméstico, nadie le agradece nada,
es lo que le toca y lo que se espera de ella. Es más, si no lo hace
de forma excelente, es lícito criticar que no atiende su casa como
debiera, posiblemente porque dedica demasiado tiempo a : su trabajo,
ir al gimnasio, salir con las amigas, estudiar, visitar bares (esta
última convierte a un puta o como mínimo fresca a la que ose
hacerlo)....existen muchas variantes a las que se le puede achacar, y
todas son actividades que en hombres son de esperar.
Este debate es bastante antiguo en el discurso feminista, soy
consciente de que no soy ninguna innovadora, pero quiero centrarme en
que con gran probabilidad, esto se sigue produciendo incluso en las
más feministas de las casas.
Quién
recoge la cocina después de comer, quién saca la cartera a la hora
de pagar, quien conduce cuando un hombre y una mujer se montan juntos
en un coche, quién hace la compra, quién compra y usa la báscula,
quién practica el bricolaje, quién riega las plantas, quién asume
la presidencia de la comunidad, quién pide una excedencia para criar
a los niños, quien aporta el primer apellido a los hijos, quién
echa la gasolina, quién tiene que ir en tacones a una boda o evento
similar, quién puede abandonar su trabajo para dedicarse a las
tareas domésticas sin recibir críticas, y quién crucificada en el
caso de no depilarse. Esto último es escandaloso, invierte un par de
minutos es imaginarte, si eres chica, sin depilar en la piscina o
playa con tus amigos. Ahora dime ¿crees que en esta sociedad la
igualdad se va a producir por inercia en algún momento?
Si analizas detalles que parecen estúpidos y consigues cambiarlos un
tu vida, tus hijos, si es que decides tenerlos, o tus sobrinos o los
niños y niñas que se críen cerca de ti, asimilarán esos roles
como normales, y no tendrás que agotar toda tu saliva en hablarles
de igualdad.
Otro
aspecto es el del lenguaje. Se que es insoportable hablar de la niñas
y el niño, la maestra y el maestro, l@s
profesor@s, lxs camionerxs, y eso
teniendo que pensar todo el rato en el orden que lo dices...es
insoportable, de hecho yo no lo practico. Pero hay otras cosas que sí
puedes hacer para apaciguar tu lenguaje sexista. Un ejemplo de ello
es la frase de: Vamos a meter en casa a una mujer que nos
ayude con la limpieza. A día de
hoy es difícil encontrar a un hombre que se dedique a la limpieza
doméstica, pero puedes sustituir esa horrible frase por: Vamos
a meter en casa a alguien que nos ayude con la limpieza,
o la señora de la limpieza
por servicio de limpieza.
Otra cosa que puedes hacer en cuanto al lenguaje, es ir abriendo el
camino para aquellas cosas que no estás preparada aún para hacer.
Por ejemplo, quizás no estés preparada para lucir una lustrosa
melena en tus axilas, pero si ves a alguna valiente que lo hace, no
la critiques, ni siquiera le des importancia, actúa con normalidad.
Quizás te sorprenda o llame tu atención, pero está en ti ayudar a
esa pionera a crear tendencia. Igual que pasa con el vello femenino
ocurre con la obsesión por los cuerpos diez. Estoy harta de oír a
personas decir Admiro a la gente sin complejos, pero si yo tuviese
esa barriga no me pondría esa ropa. No, no admiras a la gente
sin complejos, sólo dices eso para criticarla, porque crees que es
mejor estar perpetuamente acomplejada/o y ser incapaz de disfrutar de
tu cuerpo o de la libertad de lucir con cualquier ropa sin estar
constantemente pensando que no das la talla, o más bien, que la das
de sobra, que no cabes en las medidas que la sociedad espera de ti y por
lo tanto puedes no resultar sexualmente apetecible a los hombres,
hombres entre los cuales se encuentran algunos gordos y peludos, pero
eso da igual porque ellos si pueden.
No quiero dar lugar a equívocos. Quienes piensan así no son el
enemigo, son víctimas de los mensajes publicitarios, pero es
importante señalarlos e identificarlos como lo que son, cerebros
manipulables y simplones que se dejan llevar por la creencia
generalizada de que lo que realmente importa es la imagen sin
plantearse nada, y que además son muy vulnerables a la opinión de
los demás, aunque aparenten ser guapos y triunfadores. Quizás tu
seas una de esas personas, no te preocupes, todos lo hemos sido en
algún momento, tengo que felicitarte, estás a tiempo de cambiar.
Otro aspecto con el que hay que tener mucho cuidado en nuestro día a
día es el Machismo bienintencionado. Es ese tipo de persona
machista que se llena la boca diciendo Yo admiro a las mujeres,
son mucho más fuertes que los hombres, y más listas. Los hombres no
son capaces de hacer dos cosas al mismo tiempo. Por eso se
comportan con caballerosidad abriendo a las mujeres las puertas de
los coches, quitándoles el abrigo y retirándoles la silla. Eso está
muy bien para las mujeres mancas, pero ellas suponen un porcentaje
muy pequeño de la sociedad, así que esa actitud está de más. ¿Por
qué lo hacen? Pues bien, se trata de una actitud arcaica y
anacrónica que enmascara dulcemente el concepto de que la mujer es
un ser inferior. Claro está, que quienes se comportan así no lo
hacen teniendo presente ese pensamiento, pero en ti mujer, u hombre
feminista está hacerle saber que las mujeres somos sobradamente
capaces de abrir una puerta, quitarnos un abrigo y hasta retirar una
silla. Por otra parte, las mujeres y los hombres son biológicamente
diferentes, es un hecho objetivo que el hombre tiene más fuerza que
la mujer, pero esa diferencia no tiene por qué apreciarse en las
actividades rutinarias de cualquier persona en el mundo moderno. Esa
adulación constante, ese trato pueril no trae nada bueno. Si conoces
algún caballero andante de ese perfil comunícale esto. Si realmente
admira a las mujeres dejará de hacerlo, y si sigue haciéndolo, lo
que quiere es hacerse el interesante o persigue un coito.
Conclusión, cuidado con el machismo solapado, el del día a día es
sutil pero letal.
En conclusión, si te pones las gafas del machismo, te darás cuenta
de que la infección aún es grave, precisamente porque creemos que
estamos curados.
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